martes, 29 de diciembre de 2009

La evolución de las especies

Termina el año. Hace mucho que no escribo y no quería que acabase el año sin hacerlo. Tampoco sabía de qué escribir y me parecía un tema poco... no sé, despedirme el año simplemente diciendo eso de ¡Feliz 2010! Que también ¿Por qué no?

Es estas disquisiciones estaba cuando mi hijo me ha preguntado por el funcionamiento del frigorífico, que no tiene nada que ver con el fin de año, pero mi hijo es así: Cuando tiene una pregunta que hacer, la hace... y espera una respuesta que le convenza, no crean.
Por suerte ahora tenemos de nuestro lado a Internet y le he estado explicando lo que deseaba. Mirando fotos de viejas neveras y esas cosas. De repente ha salido una página que hablaba del tiempo que se tardó entre la invención de William Cullen 1784, (La refrigeración artificial) ,el primer aparato que la uso en 1867, hasta la fabricación del primer frigorífico doméstico en 1927. Parece ser que se tardó casi cien años en aplicar la invención de Cullen por el lobby de los distribuidores de hielo, que en la Inglaterra de entonces eran los que manejaban la pasta.
Al final tuvieron que claudicar ante la evidencia.

Eso me ha hecho pensar en el señor Gillette y su maquinilla de afeitar portátil y personal de 1904. Claro que entonces el gremio de los barberos no tenía tanto empuje como tiene ahora cierta Sociedad General de... Bueno, esos.

Y luego me he acordado del señor Marcel Bich, y de la agonía de las fábricas de tintas y de plumas estilográficas cuando se le ocurrió sacar al mercado el boli BIC, con licencia de Ladislao Biró, el inventor del bolígrafo, pero mucho más barato y asequible.

Señores, el mundo no va a dejar de girar porque ustedes le pongan palos en la rueda. Antes del suyo hubo otros tipos de negocio que fenecieron tras los avances en la tecnología. Hoy les toca a ustedes, mañana les tocará a otros igual que antes les sucedió a los transportistas de hielo, a los barberos y a los fabricantes de plumas estilográficas...

Evolucionen y dejen de llorar.
Y sobre todo, dejen de llamarnos piratas y ladrones.

¡Ah, y feliz año nuevo!