Trabajo en un empresa enorme. Con un montón de ordenadores y un montón de gente pensante trabajando para que el sistema informático se mantenga en pie.
Los altos jefes se han puesto las pilas, se han puesto picajosos y hace tiempo decidieron que "Nada de software instalado que no tenga su correspondiente licencia". Es más, los equipos informáticos están vedados para instalación de software y sólo se puede trabajar con el software permitido por la dirección. Aún no han prohibido los pendrives ni deshabilitado los puertos USB.
En una reciente reunión en la que se habló del tema surgió la necesidad de instalar Autocad en algunos equipos. Obviamente había que pensar quien lo necesitaba de verdad y quien no porque las licencias cuestan un pastón y se me ocurrió comentar que a lo mejor no necesitaban Autocad, sino un programa de CAD, y que quizá se podría instalar una aplicación que sirviese para lo mismo, aunque tuviera menos funcionalidades, y que si se buscaba software libre, puede que hasta fuese gratis.
Dije la palabra mágica: "Software libre"
Respuesta: ¡Ojo con el software libre! ¡Que aunque no necesita instalación te puede fastidiar el equipo y meterte en un follón!
Se montó un pequeño revuelo y al final mi comentario se diluyó en el aire antes de pasar a otro tema. En mi cabeza siguió dando vueltas aquel comentario hasta que llegué a la conclusión:
¡Dios mío! ¿Sabe este hombre de qué le estoy hablando?
Mientras siga habiendo gente así en mi empresa me temo que seguiremos gastando un dineral en licencias de software sin considerar alternativas que podrían hacernos lo mismo sin tanto perjuicio económico. Claro que ellos no han visto la luz. Siguen en la carcel de Windows y el software propietario, no saben ni entienden de otra cosa porque fue lo que aprendieron y lo que usan cada día. Lo siento por ellos.
jueves, 21 de febrero de 2008
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